8.10.25

KANT

 

KANT// El entendimiento, si no miento, existe a pesar del autoritarismo azaroso de los sentidos. El juicio del gusto, la mirada a priori subjetivisa las percepciónes. Reaccionando, emite un juicio silencioso que remite y tropieza -a veces- porque sufre en tanto ente que interceptó como pocos en este mundo circundante al enemigo; mientras notó que algo misterioso sobrevolaba en círculos en la Sala Gato. En la Sala Perro un espectador confundido enrieda en el aire sus conceptos destruyendo la rígida lógica común la exposición. De vez en cuando la anula en cierta forma porque representa un obstáculo monocromo y para abrir paso, abrir un frasco a la Imaginación esténtorea de los testigos de esas obras de arte. Entonces el cuadro habla (para sí mismo) a través de personajes grises y ocres. Esto no seria otra cosa que la destrucción apocalíptica del yo y agarrense de las patas porque hasta la misma escencia de la naturaleza del observador establece un puente estable que dialogará a cada paso y de forma continua con su propia imaginación. Decodifica y analiza la contradicción donde su sombra ha de retractarse. Aquí el error. Ahora, con aquello con lo que de belleza quedase en el fondo del tintero en aquel intento oscura de expresión, y quién pudriera poseer este ú aquel dibrujo maltrecho (tú) si la sublime sublimación de sus bajas pulsiones desbordó los límites del marco? El no-mero espectador número "X", energúmeno incorregible ejerce una vana presión subjetiva que lo transformó para siempre en un estúpido esclavo libre de las percepciónes involuntarias, visuales y auditivas, porque ha sido incapaz de explicarse a-si-mismo un evidente mensaje subliminal que escondía aquella imagen oculta detrás de la pared. Quizás a no ser que fuera éste tangible y concreto, suceptible a ser desifrado por el entendimiento y decodificado posteriormente de forma intuitiva una vez que su espíritu se exteriorizará sobre el lienzo con una fina carbonilla negra. Pero el espectador huye de manera imprevista, llora, quiere refugiarse en la indiferencia y se quiebra finalmente el lazo con la obra porque no ha de haber un concepto tan repudiable en esa figuración de las formas que su sentido critico no llega a generar los correspondientes mecanismos de defensa para apaciguar el efecto del hecho artístico en cuestión. A modo de descarga opta -iracundo- por arrojar tomates 🍅 y limones, berengenas a la pintura que por suerte se protege de los fanáticos con un fantástico vidrio que resiste la ferocidad desatada del salvaje visitante al Museo. La agresividad es reciprocua y está a la Orden del Día, la estructura institucional colapsa en escombros y piedras y la tradición de los convencionalismos entra en conflicto con la repudiable acción no premeditada del receptor, que gritó y corrió delante de un vigilante enojado en escala de grises con una macana, al tiempo que las columnas del Templo se desmoronaron arriba de su mochila

No hay comentarios:

KANT