1.6.25
Pintura. Año 2009.
"Pajaro-Tigre" 150 x 150 cm. - técnica mixta s/tela - año 2009. Patricio Morrison. //. .Sartre: "...para la opinión corriente, ser libre no significa solamente elegirse. La elección se llama libre si es tal que hubiera podido ser otra. He salido de excursión con unos camaradas. Al cabo de varias horas de marcha, aumenta mi fatiga y acaba por hacerse muy penosa. Al principio resisto y después, de pronto, abandono, cedo, arrojo mi saco sobre el borde del camino y me dejó caer junto a él...me defenderé diciendo que estaba demasiado cansado..." El ser y la nada. /// Muy por encima de todo análisis superficial o conjeturas frías acerca de la realización de "Pájaro-Tigre", creía haber podido argumentar antes, que lo concerniente a la idea de figura-fondo que se establece en el cuadro, está sujeto a ciertas consideraciones del hecho estético propiamente dicho; el conflicto entre diversos materiales y formas no supone más que una azarosa metamorfosis dirigida inconscientemente por la pulsión predictiva del instinto ciego, es decir, la simulación impredecible (perro) de figuración estática que comienza a moverse de un lado a otro del campo visual a causa del dinamismo nervioso de los globos oculares. Las formas centrífugas del animal andino generó inquietud dentro de lo regular en este formato rojo fuego, pulsión de vida adentro de un cuadrado perfecto. En una libre interpretación surge, ruge insurgente, el fantasma perverso de la castración, la religión como centro teológico, el sufrimiento y el castigo divino, la música de cámara, los opiáceos y algunas otras cosas propias de la esfera Pájaro, que emergen con el tiempo a la claridad racional desde las profundidades oscuras de la inconciencia. Los gestos informalistas de las manchas devienen en un lenguaje cerrado, y revelan al espectador aquel determinismo hedonista, consecuencia indirecta de las tormentas, que moviliza al pintor a dejarse arrastrar por el extravío tumultuoso de los bajos instintos, abismo Gato durante el lapso prolongado de aquella existencia caótica, en un momento visceral de su vida de la que -probablemente- no habremos vuelta atraz. Entonces, y para ir concluyendo se podría decir que está pintura es el epicentro cronológico de tres tormentas: una epopeya geográfica, otra psicológica que nunca se detuvo y otra literal en la montaña con rayos eléctricos; por eso tiene un ojo.
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